Maldita inventiva la mía para “la Rata”, la persona más pequeña y dulce de mi equipo.
No puedo evitar cuando conozco a alguien idear motes o apodos cariñosos en poco tiempo. En ocasiones viene por una derivación del nombre que me parece más cercana que la propia denominación de origen. -Ya empieza a ir esto de vino-. Otros tantos surgen por parecidos razonables. O al menos lo que a mí me parece un parecido con razón, que sin tirarme flores, suelen tener bastante aceptación. También alguna mala repercusión en aquellos que han quedado bautizados por los siglos de los siglos con un apelativo que no les gusta (¡un saludo a mi amiga Pese!).
¿Sabíais que Pablo Neruda era un pseudónimo? Lewis Carroll, El Greco y Felipe González en la piel de Isidoro también, y más les hubiese valido a la lista equina del PP haber sido apuntados con un nombre falso, aunque probablemente la respuesta hacia los ciudadanos hubiese sido la misma. Plasma de televisión——>30.000 ptas.
Mi madre siempre dice que se tiró nueve meses pensando una alternativa al Fernando II por si era niña, y mi entorno le honró al no bautizarme con ningún mote duradero. Tampoco escuché nunca un “te pareces a…” hasta llegar el fin de semana pasado a Pamplona, donde en cada grupo que me presentaban alguien me identificaba con otro alguien de la tierra.
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A la capital del 7 de julio llegué tantos minutos tarde como se disparó el cohete inicial, que fue el segundo en los oídos de los allí presentes. De esos veinte minutos de espera me quedo con el “son una minoría” que la gente que tenía amigas parecidas a mí me repetía, avergonzados por cómo en su día grande una bandera desproporcionada eclipsó el verdadero espíritu del pañuelo rojo.
El viaje de regreso fue en un tren sin bar, con una máquina que solo daba Doritos, en un asiento que no me correspondía pero que mi resaca lo eligió. Escribí a Mario para darle mis coordenadas, “tendrías que conocer la risa de Nuria, es tan de verdad que parece quedarse desnuda cuando consigues sacársela”. Y sentada de espaldas llegué a Madrid. La cara se quedó en el norte (de donde al parecer tengo rasgos) y un poquito de corazón, también.

como parte afectada del asunto, doy fe de ello!
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